Rondaba como aliento de mujer enamorada,
lloraba como lágrimas doradas
que caen del eterno cielo sobre sus dulces miradas.
Sin piedad, se desarma sin calma,
sin compasión, la deja sin corazón,
en un pozo oscuro,
sola sin ninguna razón.
Volverá pidiendo perdón,
recibirá odio con tesón
y amargura merecida de un alma herida.
Se irá triste y desolado,
llorando y desconsolado,
por alguna vez,
haber desamparado mujer en libertad,
sin ninguna piedad.
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