A veces sentimos que perdemos la
vida. Que estamos solos, rodeados de seres que nada tienen que ver con nuestra
alma.
Vacíos interminables, soledad amarga
y tristeza infinita, podrían definir el pensamiento de una mujer que en este
instante tiene la fuerza para seguir caminando por los senderos de la tierra.
Todo ello marcado por lo que siempre la ha
guiado; un amor fuerte, que devora cada pensamiento negativo que su esencia
desprende, dispuesta a comprometerse con cada intención de su mente, con cada
deseo de su cuerpo, a volver a encontrar y compartir un sentimiento.
Como una ola cuando llega a su
orilla, una mujer que crece en el tiempo y rompe al sentirse desprotegida, ella
tranquila, reposando en la arena la llegada de un amor que pueda rebatirla.
Reconozco que soy el símbolo de
esa mujer, solitaria, y hasta con un rumbo perdido. Una mujer, que durante el
día ve pasar ante sus ojos la luz infinita, la que emana del sol hacia la
tierra, pero en la noche todo lo ve perdido. Las lágrimas invaden sus mejillas
haciendo caer sus párpados como grandes cascadas hacia el infinito.
Consciente de que las noches son
bellas, que en cada una de ellas nos ilumina una estela brillante, pondré la
luna y el cielo a tus pies, amado mío. A
ti te encontré entre detellos de luz, cuando la sombra reinaba en mi trono de
soledad, allí te esperaba en libertad a que robases mi alma y mi esencia, para
recordar todos los amaneceres mi dulce perfume.
Como el viento en los árboles,
rozabas mi piel cada noche y solamente pensándote sentía tu mano en mi cuerpo esbozando
un corazón en cada rincón de mi ser. Quería evitar volver a sentir a mi corazón
latir, volver a tener que olvidar la soledad, evitar volver a sufrir un
desamor, arriesgarme a sentir ansiedad, temblor
por tu falta, por tu ignorancia y desprecio.
¿Cómo poder evitar algo que está
ahí fuera todos los días?, evitar cruzarme por la calle contigo, amor, y
dejarte pasar de largo sin ni siquiera mirarte, para no perder la razón de
nuevo.
Ya lo sabes, no he podido
evitarlo. He caído en la trampa de volver a reír, cuando me dices que somos
uno, cuando insinúas que soy la mujer más maravillosa del planeta por hacerte
reír a ti también y sentir lo que yo sentí.
Contigo simplemente la vida es
más sencilla, un despertar cuesta menos
si sé que alguien me acompañará a lo largo de mi vida, tú. Siento que sonríes a
mi lado, que susurras en mi oído y que tu corazón late junto al mío, que esta
vida será serena si cuido tu alma y pertenece a la mía.
Mañana al despertar, sentiré tu
susurro en mi oído, tu piel calmada esperando mi despertar y tu voz suave
recordándome por qué estoy a tu lado.
Ainara