Cuando un alma llora
hay una persona que sientes que demora,
de la que aguardas su sombra
y tiemblas cuando se la nombra.
Cuando la lágrima cae,
su poder baja por tus mejillas
te invade de luz y magia caída.
El agua brota por tu mejilla
y no deseas ver la caída.
La lágrima se seca
al llegar a las raíces de planta hueca.
Se evaporan tus aguas,
se rinden y hacen sombras,
se crecen y salen flores:
de tus lágrimas, de tus heridas.
Por fin la lágrima se fue,
y con ella, el lamento vio su final.
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