Ojos negros que empañan el alma,
brillo oscuro, que enaltece un mar en calma.
Lúgubre fotografía que se descubre falsa
pues no hay un alma en ella
que la haga brillar como a esa estrella.
Un alma vaga sola en un papel en blanco,
un cuerpo se plasma sin sentir
en cada retrato de aquel hombre cano.
Un escalofrío roza un cuerpo helado,
por ser el mejor retratado.
Gélidas sonrisas en un papel muerto,
cálidas miradas en aquella mañana,
que el fotógrafo se adueñó de tu alma
que tu mirada en el espejo ha sido reflejada.
Imagen viva en el recuerdo,
eterna para aquel caballero,
muerto de enfermedad, ya sin vida,
ahora, se le recuerda en su fotografía.
La que perdura en el tiempo,
la que renace a cada momento.
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