Aún cuando pierdes la razón,
el amor gira dentro de ti
como un volcán en erupción,
como una llama que se aviva
con un suspiro de aliento,
como una pizca de calor
que irradia en tu cuerpo.
Velando por las cenizas
que un día quedaron,
avivo este fuego al pie de una hoguera,
le canto al viento una canción en silencio
para avivar estas llamas
que ahora si consiento.
Y ahora, tú, mi querido consentido,
provocaste la explosión del volcán,
la llama viva,
y me devolviste mi esencia aquel día perdida.
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