Quizá aquel día

Quizá aquel día te herí,
no supe quererte,
ni hacia a mi atraerte.
Quizá te perdí,
y ya nunca más volví,
pero a mí misma me prometí,
que sólo a ti te amé,
y sólo a ti te sigo amando.
En este rincón alejado,
de tanto amado y ser deseado,
pues sólo a ti recuerdo,
y sólo tú puedes ser por mi corazón amado .
Quizá volveré a buscarte,
donde las sombras
sean las únicas vivas en este cuerpo.
Aunque sólo puedo asegurarte,
que si volviese a nacer,
te volvería a buscar,
y nunca te dejaría de amar.

Sueño noches sin estrellas

Sueño noches sin estrellas,
sueño días con tus quejas.
Donde las lágrimas me azotan,
donde tu recuerdo me asola.

Sueño con tu bendita mirada
con ese brillo que se enciende al alba.
Donde los pétalos de rosa se abren,
donde mis garras con fuerza te atraen.

Sueño con una mirada enamorada,
sueño con una hoja rasgada.
Donde pueda plasmar mis sentidos,
donde nazcan y mueran nuestros quejidos.

Sueño con rozar la piel de tu cara,
sueño con volar sobre la noche estrellada.
Donde veré tu faz iluminada,
donde mis manos se convertirán en plata forjada.

Sueño con volverte a querer
donde no te vuelva a perder.

Cuando los mares soplan

Cuando los mares soplan,
cuando tu corazón desborda,
y cuando su amor te honra;
mira alto al cielo,
abraza a los mares,
grítale al viento,
por eso que siento,
por lo que cada día alimento.
Los cielos lloran, los mares duermen,
y nuestros corazones sueñan:
con tenerte cerca,
con tocar tu piel intensa.
Por cada día que lo extraña
piensa en uno que su enfado calla,
por cada intento de dejarla,
mire dentro de su alma,
viva por encima de su cuerpo,
y ámela, tanto como a su propio sueño.

En invierno los rosales están pensando en sus rosas

En invierno los rosales están pensando en sus rosas,
al igual que yo pienso
en cómo las gotas de lluvia en las hojas se posan.

En invierno los rosales se tiñen,
de mantos fríos y blancos,
de rosas, cada una con su disfraz blanco.

Rosas que ven la nieve caer,
pétalos que sienten su cuerpo envolver.
Brisa helada que brota de sus tallos,
sangre tuya que emana por sus fuertes espinas,
que resbala hasta donde la cura se halla.

En invierno, los rosales se llenan de rosas,
cálidas y preciosas,
libres y tan brillantes,
como tus ojos destelleantes,
como cada invierno al ver amanecer ,
como cada gota al desvanecer.

Si no estás aquí

Si no estás aquí,
hay un vacío en mi pecho,
que no llena el recuerdo,
que no calma mi ansia
ni aguarda templanza.

Si no estás aquí,
hay un silencio eterno,
un susurro que viaja en el tiempo,
que no me deja dormir,
que no me permite vivir.

Si no estás aquí,
cierro los ojos y sueño,
vuelo hasta al cielo
con un pestañeo.

Si no estás aquí,
cruzaría tormentas,
olas embravecidas
y hasta curaría mis heridas,
sólo, por sentir tus manos mías.

No sé

No sé qué elegir,
pienso qué es el amor,
y desearía huir.

No sé a dónde marchar,
sólo sé,
que tú podrías ser mi despertar.

No sé si quiero tenerte,
ni tampoco amarte,
sólo sé,
que estás en mi mente,
oculto como voz de arrullo.

No sé si serás mi conciencia,
si algún día serás mi bendita presencia,
pero sé que voy a arriesgarme,
y a ti, te dejaré amarme.

No sé por qué te estoy pensando,
quizá desde la distancia crezca tu aroma
y pueda oler tu olor de amapola.

No sé por qué mi corazón es amargo,
si te llevo dentro como dulce agua de mayo.


En cambio, lo sé todo sobre ti,
porque eres igual a mí.

Sigo el brillo de tus ojos

Sigo el brillo de tus ojos como guía en esta vida.

Sigo el llanto de tu alma,
las lágrimas de tus ojos,
y el veneno de tu esencia,
para curarte entre sollozos,
para arrancarte de donde te quedaste.

Sigo un latido que hoy está lejos.

Que es algo más que sentido,
algo más que un libro que todo sabe,
pero tan simple como el vuelo de un ave.

Sigo la llamada sagrada.

La que me acerca a tu mirada
y me ilumina hacia tu morada,
la que enamora mis ansias,
la que mata mis desgracias.

Sigo a mi desvelo, busco tu consuelo.

Golpea mi pecho

Golpea mi pecho
cuan caballero mal trecho.

Herido con espada,
ya que su dama ha sido ultrajada.

Dulce veneno
el que llevaba en su cuerpo.

Ese tal día,
en que por ella, dio su vida.

Buen caballero,
y siempre guerrero.

Pone su corazón de coraza,
por ella, si hace falta.

Su honor y templanza,
y hasta su alma por sólo rozarla.

Cuan caballero por ella luchó,
 y al cielo por ella voló.

Está escrito en los caminos

Esta escrito en los caminos,
en los más largos senderos,
nuestros verdaderos destinos.

Tú a ese lado del mar,
el que siempre ha impuesto esta soledad,
y yo, en este otro lado,
donde las olas pegan fuerte contra la orilla,
donde la sal se mezcla con las lágrimas de este,
mi amor herido.

Esa gran masa salada,
siempre nos unirá
bajo el mando de un cielo estrellado
que ilumina a un sólo corazón,
hundido y bajo llave,
el que guarda nuestra esencia
y espera algún día nuestra única presencia.

Siempre podré escribirte,
siempre saldrán versos para ti,
bajo esta niebla y tormenta,
a través de esta lluvia
y cuando el sol calienta:
siempre habrá versos para ti.

Esta ha sido nuestra misión en la vida,
tú ahí, y yo en esta orilla,
mirando lejos,
donde mis ojos no puedan alcanzarte,
soñando cerca,
donde tu presencia verte me deja.